La mayor virtud del teleférico, la nueva atracción del pueblo con aroma a café y flores, no está en la propia estructura de acero, aluminio y fibra de vidrio, sino en el paisaje que deja observar.
El acceso a este sistema de transporte por cable queda a sólo dos cuadras del parque principal, declarado Monumento Nacional.
La estructura del teleférico fue inaugurada hace un año para sortear el trayecto entre la zona central y el sinuoso cerro Cristo Rey. El propósito era doble: servir de medio para que los campesinos de las veredas La Selva, La Linda y La Salada llevaran sus productos al pueblo y servir de gancho para atraer turistas.
El viaje en un vagón aéreo, similar al del Metrocable de Medellín, dura sólo tres minutos. Suficientes para pasar los 420 metros que separan a las dos estaciones. A tres metros por segundo, la velocidad promedio, se ven platanales y cafetos verdes en primer plano, que contrastan con los rojos y anaranjados de los zócalos de las casitas campesinas.
En la mitad alcanza los cien metros de altura, justo sobre el lecho cristalino de la quebrada La Salada. Ya arriba, en el cerro queda un balcón con un estadero y restaurante, donde se puede almorzar y gozar con una panorámica que permite antojarse de ver sitios de valor natural o histórico.
Aquí es recomendable probar un sabroso pescado -e incluso sacarlo uno mismo del agua- en las trucheras de las veredas Quebrada Bonita y La Salada, o ir a alguno de los trapiches paneleros de la región. Al final del paseo es recomendable pasar por la fábrica de dulces El Jardín, una industria familiar creada por Mariela Arango hace 13 años, y que desde entonces ha madurado la receta de unos 70 productos propios, entre chocolates, panderos, arequipes, dulces de frutas y hasta de rosas.
Es un sitio ideal para el momento en que ya haya disfrutado de este Jardín y esté pensando en qué llevar para la familia y los amigos. La idea de la Alcaldía es posicionar a Jardín como marca, con los sellos "verde" y "carbono cero", que le permitan competir en el mercado turístico internacional.
Esto implica todo un plan de cuidado de las riquezas naturales y de adaptación de los procesos para que sean amigables con el medio ambiente. Norberto Agudelo, director de Turismo de Jardín, cuenta que al pueblo llegan semanalmente unos 10 extranjeros. La semana pasada, en pleno jueves, había una checa, seis estadounidenses, dos ingleses y dos argentinos. Jardín es una especie de imán en el que quien viene se admira y antoja a sus amigos.
Néstor Alonso López L.
EL TIEMPO
El acceso a este sistema de transporte por cable queda a sólo dos cuadras del parque principal, declarado Monumento Nacional.
La estructura del teleférico fue inaugurada hace un año para sortear el trayecto entre la zona central y el sinuoso cerro Cristo Rey. El propósito era doble: servir de medio para que los campesinos de las veredas La Selva, La Linda y La Salada llevaran sus productos al pueblo y servir de gancho para atraer turistas.
El viaje en un vagón aéreo, similar al del Metrocable de Medellín, dura sólo tres minutos. Suficientes para pasar los 420 metros que separan a las dos estaciones. A tres metros por segundo, la velocidad promedio, se ven platanales y cafetos verdes en primer plano, que contrastan con los rojos y anaranjados de los zócalos de las casitas campesinas.
En la mitad alcanza los cien metros de altura, justo sobre el lecho cristalino de la quebrada La Salada. Ya arriba, en el cerro queda un balcón con un estadero y restaurante, donde se puede almorzar y gozar con una panorámica que permite antojarse de ver sitios de valor natural o histórico.
Aquí es recomendable probar un sabroso pescado -e incluso sacarlo uno mismo del agua- en las trucheras de las veredas Quebrada Bonita y La Salada, o ir a alguno de los trapiches paneleros de la región. Al final del paseo es recomendable pasar por la fábrica de dulces El Jardín, una industria familiar creada por Mariela Arango hace 13 años, y que desde entonces ha madurado la receta de unos 70 productos propios, entre chocolates, panderos, arequipes, dulces de frutas y hasta de rosas.
Es un sitio ideal para el momento en que ya haya disfrutado de este Jardín y esté pensando en qué llevar para la familia y los amigos. La idea de la Alcaldía es posicionar a Jardín como marca, con los sellos "verde" y "carbono cero", que le permitan competir en el mercado turístico internacional.
Esto implica todo un plan de cuidado de las riquezas naturales y de adaptación de los procesos para que sean amigables con el medio ambiente. Norberto Agudelo, director de Turismo de Jardín, cuenta que al pueblo llegan semanalmente unos 10 extranjeros. La semana pasada, en pleno jueves, había una checa, seis estadounidenses, dos ingleses y dos argentinos. Jardín es una especie de imán en el que quien viene se admira y antoja a sus amigos.
Néstor Alonso López L.
EL TIEMPO
